El tiempo corre, señor Presidente, un pueblo enfermo y un país lo esperan

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En julio de 2018 se vivió un momento histórico en México con las elecciones presidenciales. La gran esperanza en un nuevo presidente; el lema, “La Esperanza de México”.

Con la ganancia de Morena y usted como el nuevo Titular del Ejecutivo Federal, la firme promesa: “primero los pobres”.

Sin embargo, a finales de 2019 los primeros síntomas de la enfermedad: la falta de medicamentos para niños con cáncer. Sanciones a empresas “corruptas” y compra de medicamentos en el extranjero. Pero nadie le informó que esos medicamentos no eran cápsulas masticables, sino medicamentos que requieren una central de mezclas y un tratamiento especial para poderse aplicar.

Además, mecanismos de compras consolidadas que terminaron en partidas desiertas y adquisiciones directas en un porcentaje sorpresivamente alto y con carencias de insumos para la salud. Pero a finales de año, la tan anunciada reforma en el sector salud, la gratuidad y universalidad de los servicios de atención médica. Un INSABI nacía a finales de año y con ello la esperanza nuevamente, en especial de los más pobres, de que sería la panacea de la salud en México.

Año 2020. Se transfieren 40 mil millones de pesos al INSABI, inicia sin reglas de operación, sin estructura y sin transparencia, la cual a la fecha continúa; solo basta una pequeña búsqueda en su sitio de internet, el cual denota que nada hay de las obligaciones de transparencia que marca la ley.

Sólo se emiten reglas para el Programa SXXI sin orden, y para atender a “menores de 5 años” en gastos catastróficos y algo de CAUSES con un “copy /paste” mal hecho al Seguro Popular, lleno de excepciones que se traducen en gasto de bolsillo para los más pobres.

Un boletín de prensa del 21 de enero de 2020 anuncia que a partir de diciembre de 2020 la gratuidad de los servicios será una realidad. “El Estado Mexicano garantizará la atención médica de calidad para toda la población sin seguridad social”.

Es marzo, el problema de medicamentos para cáncer subsiste, y ahora un nuevo enemigo surgido supuestamente del conservadurismo neoliberal: la Covid19.

Una pandemia que, al día de hoy, se acerca a los 100,000 muertos, cuando el pronóstico catastrófico era de 60,000 y la cuenta no se detiene. Pero según usted, vamos de salida con su estrategia de “inmunidad de rebaño”, sin pruebas diagnósticas, sin cubrebocas, sin estrategia alguna y desatendiendo las recomendaciones emitidas por científicos y por seis ex secretarios de salud. ¡Ah! Pero la promesa y la esperanza continúan, la gratuidad de los servicios será para diciembre de 2020, o al menos así se prometía a principios de año.

Los muertos siguen mientras esto se escribe. El dinero que además se tenía para desastres, el FONDEN, se esfuma al igual que todos los fideicomisos públicos, incluyendo buena parte de los recursos del nuevo Fondo de Salud para el Bienestar que serán utilizados en parte para becas para residentes y lo único que no se atiende es precisamente el desastre causado por la Covid19.

El desdén hacia la investigación científica, con la desaparición de los Fondos Sectoriales de Salud y la emisión de un Reglamento del Sistema Nacional de Investigadores a modo que elimina la participación del Foro Consultivo Científico y Tecnológico del Sistema, establece requisitos a los investigadores para

volverse maestros de nivel básico en lectoescritura y matemáticas y elimina requisitos para que personas sin méritos académicos robustos, accedan a apoyos económicos, así como el evidente desconocimiento de las leyes federales vigentes.

Una rifa, un aeropuerto fallido, una estrategia setentera de energía, detenida por un juez que seguramente terminará siendo neoliberal y probablemente sus cuentas terminarán congeladas por la UIF o con auditorías y persecución del SAT (Dios lo libre). Un proyecto de presupuesto presentado ahora para 2021 cuyas estrellas son los programas sociales electoreros y la nueva ocurrencia de duplicar las plazas para residentes con motivo de la pandemia (“como anillo al dedo”), cuando en México no hay estructura ni docentes suficientes para lograr una calidad en la enseñanza necesaria para dicho fin y cuando el Programa Sectorial de Salud sólo refiere a la “contratación de personal necesario” y “la inclusión en el equipo de salud a 16,000 habitantes de las propias comunidades como promotoras y promotores voluntarios de la salud capacitados.”

Sin embargo, no se integró en el proyecto de presupuesto de 2020 ni en el presentado para 2021 los 6 puntos del PIB requeridos para la atención médica gratuita. Ahora, en lugar del comunicado de enero de 2020, el Programa Nacional de Salud 2020-2024, -publicado fuera del término para su publicación, de acuerdo con la Ley de Planeación-, promete que la gratuidad será paulatina con indicadores de cobertura al 100% para 2024.

Pero el tiempo no se detiene y la promesa sigue respecto de la gratuidad de los servicios de atención médica por citar sólo algunos de sus compromisos.

El tiempo corre, señor Presidente, y ese no perdona. La esperanza es lo último que muere. ¿Cuántos enfermos más morirán con esperanza? Un pueblo enfermo y un país lo aguardan. 

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